TEXTO: SARA DE LA LUZ
Michoacán está lleno de lugares asombrosos, llenos de misticismo y de un encanto especial, que en todo momento habla del gran espíritu de su gente. A lo largo y ancho de nuestro estado, hay personas que cotidianamente libran una lucha por mantener vivas las tradiciones que les fueron heredadas; ya sea en la sierra, al pie de la falda de algún cerro, en la costa o a la orilla de algún lago. Esas personas que logran desarrollar un quehacer casi mágico que les ha sido confiado, son los maestros mezcaleros, que dando vida, desde la simiente hasta la última gota extraída de ese mágico líquido transparente, reflejan en ello sus corazones y los de todos los que ponen su vida en este oficio, dando lugar a la bebida espirituosa más pura y más conectada a la esencia de nuestra cultura. Si alguna vez hemos presenciado el proceso, si algún día hemos tenido el privilegio de acompañar al productor por ese camino a través del cual llegamos a servir un poco de mezcal de calidad en nuestra copa (en efecto, no se toma en ‘caballito’), ya tendremos seguramente, conciencia del enorme esfuerzo que implica ese recorrido y de preservar el equilibrio de toda una cadena, si tenemos interés en seguir disfrutando en el futuro de sus exquisitos aromas y sus otras bondades.
Hoy es más importante que nunca, conocer quien trabajó por el mezcal que estemos degustando, y asegurarnos de que haya prácticas justas de por medio.
Aunque Michoacán reúne las características de clima y terreno ideales para el crecimiento de diferentes especies de magueyes mezcaleros, se enfrenta ya mismo a problemas de escasez de materia prima, con el consiguiente encarecimiento del producto, y esto, no solamente impacta a nivel económico, sino que las condiciones de creimiento de plantas silvestres empeoran cada día, debido al uso de pesticidas, la deforestación y el cada vez más acelerado cambio climático. Para agudizar la problemática, en general no existe una cultura de la plantación (repoblación) del agave y cada productor realiza de forma más o menos empírica su proceso, lo cual genera pérdidas o prácticas perjudiciales a lo largo del mismo, desde el corte de las plantas hasta la comercialización y venta del destilado.
Ha llegado el momento de volvernos más observadores y más sensibles respecto al camino que recorren los productos que llegan a nosotros...
Hay mucho potencial para mejorar y crecer, y la industria mezcalera en toda su cadena hace esfuerzos para lograr un mejor desarrollo, pero no podemos dejar de lado un aspecto importante que es también el punto final de tanto esfuerzo: nosotros, como consumidores. Ha llegado el momento de volvernos más observadores y más sensibles respecto al camino que recorren los productos que llegan a nosotros, y con mayor razón los que pondremos en nuestra mesa y finalmente en nuestro cuerpo. Si bien, la salud es (o tendría que ser) nuestra primera motivación, también lo es la responsabilidad de saber que cuando adquirimos un producto, lanzamos un mensaje a la industria, que dice que estamos de acuerdo en que sea producido y comercializado tal y como se está haciendo. Por eso hoy es más importante que nunca, conocer quien trabajó por el mezcal que estemos degustando, y asegurarnos de que haya prácticas justas de por medio. Ya no es aceptable comprar una botella bonita o barata que omita los datos de origen, cuyo comercializador muy probablemente haya pagado mal al campesino, al productor, o esté sobreexplotando los recursos naturales que nos pertenecen a todos y que, por tanto, todos deberíamos cuidar. Así que la próxima vez que pienses en mezcal, piensa un poco más allá.
Michoacán is full of amazing places, full of mysticism and a unique charm that consistently speaks to the noble spirit of its people. All across our state, there are people fighting daily to keep alive the traditions they inherited; whether in the mountains, along some hillside, on the coast, or on the shores of one of our many lakes. These individuals, who are able to perform the tasks, bordering on magical, that have been entrusted to them, are the master mezcal distillers, who creating life starting from the primal drip to the last drop that they extract of that magical, transparent liquid, manifest in it their hearts and those of everyone who dedicates their lives to this profession, producing the purest spirituous drink, that is also the most connected to the essence of our culture. If at some point we have witnessed the process, if we have had the privilege of walking with the producer down the path by which we eventually arrive at the moment when we are served a little bit of quality mezcal in our glass (in truth, it’s not imbibed as a ‘shot’), then we will surely be conscious of the enormous effort that this journey requires and of the necessity of maintaining balance throughout the entire chain, if we hope to continue enjoying its exquisite aromas and other benefits in the future.
Michoacán is full of amazing places, full of mysticism and a unique charm that consistently speaks to the noble spirit of its people.
Although Michoacán possesses the ideal climatic conditions and terrain for growing various species of maguey used to produce mezcal, the state now fa-ces problems related to a scarcity of raw materials, which has led prices to increase, impacting the economics of production, while producers also face worsening conditions for the cultivation of wild plants, due to the use of pesticides, deforestation, and constantly accelerating climate change. Exacerbating the difficulties, in general there is no widespread knowledge or standarized practice for planting (repopulating) agave plants, and each producer engages in a more or less empirical process, which can lead to losses or even detrimental practices throughout the value chain, from harvest all the way to marketing and sales of the liquor.
The sector has plenty of potential to improve and grow, and the mezcal industry is working to develop more effectively throughout the value chain, but we cannot neglect an important element, which is also the endpoint of so much effort: ourselves, as consumers. It’s time for us to become more vigilant and more conscious regarding the path that products take before they reach us, and especially considering what we put on our tables and ultimately in our bodies. While it’s true that our health is (or should be) our primary drive, so is our responsibility as consumers, and it’s essential that we understand that when we purchase a pro- duct, we are sending a message to the industry that we agree with how it has been produced and sold. Today it’s more important than ever that we know who was involved in creating the mezcal that we are enjoying and ensure that it was produced fairly. It’s no longer acceptable to buy a pretty or cheap bottle, that does not state the origin of the product, from a distributor that probably underpaid the rural producer, or who is overexploiting the natural resources that belong to all of us and that therefore we should all take care of. So next time you think about mezcal, dig just a little deeper, think just a little harder.
Comments